Espada Negra: juego de rol

LA MENTALIDAD DEL ACERO

Los guneares hacen del acero su forma de vida, hasta tal punto que se dice que la mente de estas personas está hecha de metal. El acero se relaciona con el frío, las guerras, la historia, la economía y en general todos los aspectos de la vida de los guneares, así que para entenderlos ciertamente hay que asimilar esta mentalidad.

No obstante la propia mentalidad del acero tiende a ser algo racista, y se suele considerar que solamente la gente de las montañas tiene la mentalidad del acero, aunque ellos no tienen por qué hacer referencia a estas cuestiones con una definición tan formal.

La relación con el acero está, pues, en todos los actos trascendentes del pueblo gunear, entendiéndose como tales aquellos que son dignos de aceptación. Por ejemplo, un guerrero puede sentirse satisfecho de una herida de la que se recupera, o del dolor muscular de haber caminado varios días con la armadura. Resistir este dolor sin emitir ni una sola queja es en sí la mentalidad del acero más pura que luego aparece en los demás elementos de la vida gunear.

El acero está en el cuerpo pero también está en la mente como una segunda naturaleza, como un punto intermedio entre la vida y la muerte, como un componente de la misma sangre. Es un enlace con los dioses, y también el mismo medidor de la economía y la riqueza.

El acto de la misma manipulación del acero para crear un objeto manufacturado ya se considera un acto trascendente en el que el herrero vierte parte de su personalidad y energía en el objeto creado, y por ello se considera improcedente, malvado o blasfemo crear objetos idénticos. Todos ellos tendrán una diferencia con el resto, por pequeña que sea, que debe haber surgido de un momento de inspiración.

Los guneares consideran que, de hecho, esta es la forma en la que se debe registrar su historia: en el acero. El resto de registros se consideran vulnerables y endebles, y por ello, para comprender la historia y hechos que a una persona han acontecido se debe observar los objetos que cada persona pone al alcance visual, bien sean los que porte en su cuerpo o los que presente en su domicilio.

Todos los guneares  quieren morir con acero en sus manos. Es como entienden que tienen que presentarse ante sus dioses guerreros, para que los consideren poderosos y dignos de pasar la vida eterna con ellos.

La misma moneda de los guneares es acero, sin más. Una moneda vale el acero que contiene, y tanto da como esté tallada.

El acero trae el gobierno, pues es mediante este que la violencia necesaria para imponerlo alcanza su mayor expresión. Los hechos obtenidos con violencia gozan de aceptación oficial entre los guneares.

El acero está presente en muchos aspectos de la vida y la reflexión de los guneares. Para entenderlo es necesario aceptarlo como una parte del cuerpo, de la mente y del alma.

Ciertos guerreros extranjeros entienden que hay mucho honor en todo esto, pero no conviene cegarse en este sentido. El acero es amante del conflicto. Ni siendo los indiscutibles maestros del acero los guneares han conseguido gobernarse a sí mismos y ser una nación respetada por los demás.

Estamentos

La clase guerrera

Guerra, dignidad, fuerza, acero, respeto y riqueza son conceptos que son casi sinónimos en la mentalidad de los guneares, pero a la vez son algo diferentes a lo que la mayor parte de extranjeros espera.

Todo el mundo en las montañas es un poco guerrero porque todos tienen que poder defenderse ante un ataque del invierno, de los animales o de los mismos dioses. Una persona incapaz de defenderse pierde su dignidad, y por lo tanto es una persona pobre aunque tuviera muchas posesiones. En la gente de las montañas la riqueza personal no goza de credibilidad si no va acompañada de una credibilidad personal normalmente relacionada con la fuerza.

De forma contraria, un guerrero que se distinga por su arrojo y cualidades personales consigue el respeto de su comunidad y de los dioses, y puede exigir riqueza porque su fuerza se lo permite.

Es en el cumplimiento de este principio que se entiende que solamente los guerreros tienen derecho a gobernarse a sí mismos, y solamente los excelentes guerreros tienen la capacidad de gobernar a los demás.

Esto no significa en absoluto que los guneares se estén siempre matando entre ellos, o que los gobernantes estén sometidos a la peligrosidad constante de un reto de un joven venido a más. No hay una regla escrita sobre el honor gunear, pero sí unos principios comunes que establecen que una persona no puede retar a otra en tanto que no haya alcanzado un nivel social similar. En este sentido la valía no llega de matar a otros guneares arbitrariamente, sino de haberse distinguido en causas útiles para el clan.

En este sentido un líder de clan que quiera perseverar debera estar atento a los guerreros que participan en grandes gestas y acumulan mayores riquezas, pues son estos los que pueden tener una opción de retarlo a un combate o duelo por el dominio del clan. En este caso un líder anciano sin capacidad combativa puede renunciar voluntariamente para no verse sometido a una derrota segura. No es particularmente deshonroso no ser el mejor guerrero indefinidamente.

Esta forma de acceso al gobierno tampoco es especialmente rígida, y desde la invasión dormenia muchos fuegos guneares se han calmado, y nadie tiene demasiadas ganas de gobernar unos clanes que apenas logran mantenerse en pie. En estos tiempos oscuros lo clanes han aprendido algo de pragmatismo dormenio, y se toleran gobernantes de experiencia gestora.

Tradicionalmente las funciones de los gobernantes no incluyen demasiados aspectos de esta función gestora, sino que centran en la dirección del resto de guerreros en relación con las necesidades de defensa del clan. En teoría ningún miembro del clan puede desobedecer a su jefe, pero en la práctica muchos guerreros pueden tener diferencias con él, y ejercen al menos una incómoda resistencia pasiva.

Esta dirección bélica incluye las invasiones y defensas de otros territorios guneares y los celebrados pero ya extintos actos de incursión naval sobre Dormenia. Nada despreciable es la persecución y defensa de los animales salvajes y sobrenaturales que atacan el ganado y las poblaciones aisladas.

Debido a esta función, la clase guerrera puede reclamar cualquier bien del pueblo, incluyendo en esto todos los alimentos necesarios. La recaudación es autorizada, pues, por la clase guerrera.

Un guerrero que desobedezca al jefe en este sentido pierde su situación como defensor del clan, y tiene que buscar su manutención por su cuenta.

Es fácil distinguir a esta clase guerrera. Son personas con un porte físico muy considerable, y siempre tienen dispuestas sus armas personales, las cuales pueden variar de día a día en función a sus intenciones y estado de ánimo.

La muestra de estatus social viene determinado también por la armadura, y en su defecto por el cinturón. Esta pieza no solo es ornamental, sino que cumple una función protectora de la zona ventral y genital. Se considera que portar un cinturón de metal grande y bien decorado es una de las mayores muestras de grandeza personal.

También es frecuente que los guerreros porten restos de sus enemigos. Capas de oso o lobo sagrado, collares de hueso o cuernos de guerra son aceptables y muy reconocidos. Los cráneos humanos se consideran de cierto mal gusto, pero algunos guerreros jóvenes eligen llevarlos en ocasiones.

No es del todo fácil entender la forma en la que la mentalidad del acero es, de hecho, la fuente de la que se inpiran todos estos conceptos, y quizá sea la diferencia entre un gunear y un visitante, y entre estudiar y comprender a la gente de las montañas, y a su máximo exponente, la clase guerrera.

Los herreros

Si bien la clase guerrera gunear representa una gran parte de ese espíritu del acero tan complejo de transmitir, los herreros sin duda forman una parte espiritual (no solo mecánica) del proceso según el cual el acero pasa a formar objetos útiles y con personalidad.

Para los guneares, el acto de crear un objeto de metal es trascendente en sí mismo, desde la más humilde de las monedas hasta la más impresionante de las armaduras completas. Se espera que el herrero deje parte de su espíritu en este acto, y que esto se traslade al objeto, de forma que su usuario esté llevando a cabo acciones trascendentes y no simplemente actos en los que no vierte su personalidad. A un gunear le daría asco poseer una espada que fuera idéntica a la de otro guerrero, porque entonces estaría siendo de alguna forma una copia de este segundo. En ese sentido obviamente desprecian a los cuerpos militares organizados de otras naciones, como los dormenios, quienes visten armaduras y armas idénticas.

El mero hecho de sugerir que las armaduras deben ser fabricadas de esta forma haría que un herrero gunear tuviera un disgusto importante e incluso pensara en abandonar su profesión y buscar venganza.

El acto de creación de un arma (aunque se aplica a cualquier objeto) pasa por un proceso lento y laborioso que está llena de una ritualidad no escrita y específica de cada comunidad y cada herrero. En este sentido lo que aquí se explica es una aproximación general que no tiene por qué ser compartida ni siquiera en los principios básicos.

En primer lugar el comprador debe obtener el acero que desea emplear, normalmente mediante la acumulación de monedas, aunque puede ser por otro medio. Una gran cantidad adicional irá destinada al herrero como pago. Esta cantidad no está para nada reglada, ni se espera que sea idéntica en todas las personas. En este sentido un joven aspirante a guerrero no tendrá que hacer el mismo pago que un veterano auxiliar del jefe, y hay mucho espacio para la tolerancia social.

En esta fase que podríamos llamar “presupuesto” el herrero observará al guerrero en un proceso de aprobación personal. Intentará comprender al sujeto para fabricar un arma adecuada, pero también lo estará sometiendo a una inspección personal. Se da el caso de herreros que no están dispuestos a trabajar para según qué individuos porque opinen que no van a usar el producto de sus trabajos de una forma que al herrero le parezca apropiada. Tampoco lo aceptará si el sujeto ha obtenido el acero de una forma ilegítima.

Hay una dicho particularmente repetido entre los guerreros, y es el relativo a la maldición de Zaurak. Según la leyenda, el guerrero Zaurak fue partícipe directo de la muerte de Khammarr y como tal se mostró como culpable antes su pueblo y dejó de recibir apoyo de su comunidad.

Se dice que un guerrero está maldito por Zaurak cuando ha tenido demasiada ambición y ha ejecutado a personas importantes para su comunidad. Los asesinos de personas queridas acaban exiliados y no reciben el apoyo de los herreros, por lo que tienen que vivir con las armas y armaduras que ya poseen.

Los herreros se sienten culpables y avergonzados si uno de estos guerreros porta armas que ellos manufacturaron. Es por esto que las armas que se entregan a estos guerreros jóvenes no suelen tener la mejor calidad ni son especialmente únicas. Cuando se les otorga armas de buena calidad, suele ser porque el guerrero es muy convincente y carismático dentro del paradigma de la mentalidad del acero. No obstante precisamente estos guerreros convicentes son los que tienen más posibilidades de pecar de exceso de ambición. No es infrecuente que los herreros caigan en esta paradoja.

Superada la fase de "presupuesto", el herrero buscará entonces la situación más adecuada religiosamente para realizar el arma. Es posible que consulte con sacerdotes, o que él mismo busque la iluminación si tiene experiencia en esos asuntos. Es muy común que en varios puntos del proceso el herrero encargue al dueño del arma que realice algunas tareas o gestas si entiende que hay una mala relación entre el estado del arma y su futuro con su dueño.

Se puede decir que esta fase forma parte del proceso educativo de muchos jóvenes. En este sentido el herrero buscará los fallos del carácter del sujeto, e incluso preguntará a familiares y sacerdotes). A un guerrero cobarde se le encargarán gestas que pongan a prueba su voluntad, mientras que a uno muy arrojado se le pondrán pruebas con la que aprenda a apreciar el valor de la vida, sin ser en ningún momento contrarios al a mentalidad del acero.

Los siguientes encargos pueden ser típicos:

  • Participar o acompañar a los grupos de caza (lobos, osos o bandidos).
  • Realizar un viaje por diferentes pueblos o culturas guneares.
  • Hacer un servicio al consejo de guardianes del clan.
  • Sobrevivir un número de días en las montañas.
  • Encontrar un lugar concreto.
  • Localizar a algún sacerdote ermitaño considerado dueño de sabiduría.

No es infrecuente que el herrero reclame la presencia del destinatario durante algunas partes del proceso para que dé su opinión sobre la situación, especialmente si el guerrero es maduro. En este sentido se considera de buen gusto que la familia del herrero acoja a su cliente si este tiene que desplazarse.

Finalmente el herrero considerará necesaria la bendición de al menos un sacerdote acorde a los principios del arma y del guerrero, aunque como ya se ha dicho, estos herreros pueden ser ellos mismos versados en los conocimientos religiosos dada su relación espiritual con el proceso.

Como se ha mencionado, no es infrecuente que haya otros implicados en el proceso. Quizá el herrero presente  el arma a otros miembros de su profesión o tenga conversaciones con el jefe del clan para informarse.

Durante las últimas fases, el herrero incluirá grabados en el objeto para dejar testimonio de lo que este ha significado para él. Si ha sido un proceso particularmente interesante quizá realice obras accesorias como collares o piezas de protección con las partes de la historia que considere oportunas. Estos regalos se consideran de muy buen gusto y gran valor.

La entrega del arma tiene también cierto ritual. Se produce una pequeña ceremonia pública a la que pueden ir personas muy variadas. Si se trata de una buena arma que el herrero considera particularmente importante, hará ciertos esfuerzos porque este hecho se conozca públicamente para que acudan otros guerreros y miembros de la comunidad.

Este proceso es largo, laborioso y costoso, requiere una importante formación y una infraestructura que no está a disposición de todo el mundo. Los herreros son una parte muy importante de su comunidad, y forman pequeñas dinastías que se transmiten de padres a hijos. En ese sentido no es para nada infrecuente que una forja pueda ser utilizada por varios hermanos.

Es importante tener en cuenta que este proceso forma parte fundamental de la mentalidad del acero, y que por lo tanto forma parte de la confianza de los miembros de la comunidad. Como tal, no es normal que un gunear de otro clan pueda simplemente "comprar" un arma en unas circunstancias libres, así que pensar que un harrassiano o un dormenio pueda hacerlo está simplemente fuera de lugar.

Esto no significa que no sea imposible que uno de estos individuos pueda hacerse con un arma gunear, pero para ello tendrá que ganarse el respeto de los herreros y por lo tanto aprender la mentalidad del acero y mimetizarse con la cultura.

Muchos de estos herreros son también guerreros y sacerdotes, pero incluso aunque no lo sean, su condición de artífices del acero los convierte en miembros importantes de su comunidad que pueden formar fácilmente parte del consejo de sabios de su clan.

En este sentido la mentalidad del acero busca una completitud absoluta, y no hay nada que implique una mayor dignidad que dominar todos los aspectos de la vida de las montañas. Un guerrero que destaque en combate, que sea capaz de sobrevivir en las montañas (incluyendo proveerse alimento), que haya participado en el gobierno de su clan, que haya tenido experiencias sobrenaturales y que sea capaz de forjar sus propias armas a un nivel de calidad suficiente habrá recorrido el camino del acero a un nivel prácticamente legendario, y gozará de la credibilidad de un semidios viviente.

Mención aparte merecen los herreros Óllvaror, que llevan los principios de la herrería al extremo mediante aún más complejos rituales que exigen la participación continuada de múltiples acólitos. Las obras de este clan no tienen rival en el mundo entero, por lo que son muy codiciadas. La familia Ollvaror tiene suficientes diferencias como para contar con su propio espacio aparte en esta obra.

El gobierno de ese clan es ejercido, de hecho, por herreros, por lo que toda su forma de vida gira en torno a la obtención del hierro y la manipulación del acero.

Los guardianes del clan

Si bien la clase guerrera es la gobernante de los clanes,  sus prolongadas ausencias y dedicación continuada al entrenamiento bélico suele implicar una capacidad gestora limitada; probablemente si tuvieran que prestar atención a los pequeños asuntos del pueblo no serían tan buenos guerreros.

Debido a ello cada hogar suele tener un guardián que cumple con estos asuntos considerados de pequeña escala, y cada asentamiento suele tener una estructura no del todo formal de sabios que aconsejan al jefe y toman decisiones en su ausencia. Este colectivo es conocido como "guardianes del clan" debido a que su función principal teórica es proteger el territorio del clan cuando los guerreros están fuera.

Aunque en la práctica los guardianes van a oficiar el gobierno operativo del clan de una forma tan continuada que el jefe puede llegar a ser un mero ministro de guerra, tampoco se debe despreciar a los guardianes como luchadores, pues todos ellos saben empuñar un arma y defenderse, por la cuenta que les trae.

Esta atribución bélica es tanto una necesidad como una particularidad de la mentalidad del acero. Un guardián del clan se sentirá en todo momento como una parte poco útil de la sociedad, especialmente si se compara con un guerrero o un herrero, así que casi todos ellos intentan paliar esa debilidad en la medida de lo posible.

Las armas favoritas para los guardianes de clan suelen ser las de bajo coste de manufactura, incluyéndose especialmente las lanzas. No es del todo apropiado que un guardián del clan porte un arma de gran categoría, puesto que según la mentalidad del acero tendría que darle una utilidad para merecerla. Aún así tampoco hay una ley que indique qué arma tiene que portar un guardián, y si su casa es particularmente rica, o se ve implicado en violencia con frecuencia, no será raro que porte una espada o hacha.

Pese a su importante valor son considerados inferiores a los guerreros del clan, como ya se ha mencionado. Todos los aspectos de su vida son bastante más pragmáticos, y normalmente no desarrollarán tan profundamente la forma de pensar acorde a la mentalidad del acero, y por lo tanto los beneficios que van a recibir siempre serán inferiores a los de los guerreros. Como se ha mencionado, normalmente no contarán con buenas armas ni tendrán tan buena fama, pero aún así son una parte imprescindible del funcionamiento de los clanes.

La mayor parte de los guardianes del clan son las mujeres de los guerreros. Un guerrero espera de su cónyuge que sepa cocinar y mantener la casa caliente, manejar a los esclavos, de tenerlos, y gestionar todos los asuntos de la economía del hogar. Es muy común, de hecho, que los guerreros no tengan ningún control sobre el gasto de su hogar, y que puedan permitirse una nueva arma o armadura cuando su mujer consiga ahorrar suficiente dinero.

No obstante existen otras formas de guardianes que no cumple con funciones domésticas, sino que simplemente atienden al consejo de gobierno. En este grupo se encuentran los guerreros retirados por senectud y aquellos que han sufrido heridas graves que les impiden estar en el frente. No todos estos guardianes aceptan bien su nueva situación, y muchos de ellos crean problemas a los demás y ellos mismos porque no están acostrumbrados a esas funciones y sienten pena y envidia de no poder estar con sus hermanos de acero. Esto no es una normal, algunos aceptan bien su nueva posición y son capaces de asimilarla en términos de la mentalidad del acero, encontrando en ese camino un refuerzo a su propia voluntad.

Los herreros y los sacerdotes también pueden formar parte del consejo, o ser en sí mismos guardianes del clan. De hecho no es fácil encontrar la frontera que separa las atribuciones sociales guneares, pues es tremendamente sutil y las funciones que realiza un individuo pueden variar a lo largo de su vida.

El pueblo y los esclavos

Si bien la capa guerrera conforma el peso del gobierno y el contexto cultural de los clanes guneares, no hay que olvidarse que para que ellos sean unos magníficos guerreros tiene que haber un pueblo que llene sus estómagos, construya sus casas, cosa sus ropas, y sobre todo extraiga el hierro de las montañas.

La masa de productores de los clanes guneares incluye tanto hombres libres como esclavos, aunque en ciertos clanes es difícil establecer la diferencia. En principio ninguno de los dos vive en una situaciones particularmente duras o inseguras, si no se tiene en cuenta los peligros naturales de esta nación como los ataques de criaturas o el crudo invierno.

Precisamente esta dureza habitual tiene un lado especialmente peligroso; el pueblo gunear vive en general bordeando la muerte, por lo que cualquier crisis, por pequeña que sea, puede llevar a un colectivo a la debacle.

Esto es especialmente sensible en la cuestión alimenticia. Un rebaño de ovejas puede ser víctima de un grupo de lobos guneares en una sola noche, y los cultivos de un año entero pueden verse destruidos por una nevada tardía. En caso de producirse crisis, los guerreros siguen reclamando su sustento, por lo que la clase productiva es la que más sufre, y la que antes lo hace.

En el pasado este tipo de crisis solían solucionarse mediante abundantes invasiones navales en las que los guerreros llegaban a traer en los barcos sacos de grano y ovejas. En la actualidad esa costumbre ha decaído tras sufrir la contundente venganza dormenia.

En esta capa de la sociedad se incluyen todos los artesanos no herreros. Estos comparten muchos aspectos del proceso creativo, pero siempre a un nivel mucho menor. Por ejemplo, un ceramista considerará inaceptable no incluir su símbolo personal en sus platos, pero será más consciente de que todos ellos van a ser bastante parecidos entre sí. Debido a ello las obras de artesanía guneares son en general de una calidad bastante aceptable, garantizando una utilidad segura y un periodo de vida prolongado.

Si bien los hombres libres tienen derecho a practicar el comercio con los bienes que obtienen, no se toleran de ninguna forma los intermediarios. Una persona que venda las obras que otro fabrica será fatal considerado, y con muy poco tiempo será expulsado de su comunidad. El comercio lo realizan, pues, los propios productores y artesanos.

Hay excepciones notables en todo esto. Por una parte se acepta que los clanes realicen intercambios de excedentes entre sí. Esta práctica, no obstante, no es del todo común debido a que las relaciones entre los clanes son áridas, y sus caminos impracticables.

Por otra parte, lo que producen los esclavos se considera realizado por sus amos. Si por ejemplo un guerrero hizo una fortuna de diez esclavos dormenios durante las invasiones marítimas, es perfectamente legítimo que cosechen los campos y que él monetice el resultado.

No todos los esclavos son extranjeros. Existen personas y familias que bien por necesidad o falta de arrojo sirven todas sus vidas a guerreros, herreros y guardianes sin pretender gozar de la gestión del rédito del trabajo.

Si bien esta forma de esclavitud está perfectamente tolerada,  lo que no se acepta es que los esclavos tengan un trato nefasto. Se espera que una persona dé a sus esclavos una cama, comida suficiente, ropa adecuada y útiles para ejercer su trabajo. No es infrecuente que cuando estos esclavos demuestran ser dignos de confianza se les confiera incluso cierto control de recursos económicos para agilizar las tareas.

Tampoco es infrecuente que un esclavo se emancipe por elección propia, una vez alcanzada la confianza con su amo. En los tiempos modernos, también ocurre que algunos guerreros emancipan forzosamente a sus esclavos porque no tienen la capacidad económica para mantenerlos.

Es un error pensar que estos esclavos están desvalidos. En cuenta que en los clanes guneares todo el mundo sabe defenderse por la cuenta que le trae, y que uno de estos esclavos debidamente equipado suele poder combatir de igual a igual contra un soldado dormenio. De hecho no es infrecuente que guerreros acaudalados lleven a sus batallas a personal asistente esclavo a los que compran armas y armaduras, y que finalmente acabarán por combatir como cualquier otro.

Los sacerdotes

La religión es una realidad cultural en los clanes guneares, y una parte de la mentalidad del acero que nadie puede obviar. No obstante se rinde culto sin una reglamentación particular, por lo que podemos hablar de diferencias regionales enormes.

En principio todos los guneares creen en los dioses del feralismo de una forma más o menos activa, mientras que unas cuantas personas se distinguen como seguidores férreos de alguno de ellos.

Como el culto no está formalizado, existen sacerdotes guerreros, sacerdotes herreros, sacerdotes guardianes del clan y sacerdotes campesinos o esclavos. El término sacerdote en este sentido se entiende de una forma muy diferente a la de otras naciones. Simplemente son individuos cuya fe les lleva a exteriorizar una afiliación a unas ideas concretas.

Es raro, pues, encontrar sacerdotes que se dediquen a esta tarea a tiempo completo, porque culturalmente no hay ninguna estructura que los respalde. Se da el caso en unos pocos sacerdotes de Nadruneb, conocidos en Dormenia como “druidas”, aunque esta es una asociación no del todo adecuada con un culto similar prácticamente extinguido por la Corrección.

Como no hay una estructura formal de este cuerpo de sacerdotes, tampoco hay unos deberes claramente establecidos, pero dado que gozan de cierto respeto de la comunidad, son considerados alguna forma de sabios en tanto que se ganen ese respeto. Los sacerdotes suelen oficiar las siguientes tareas:

  • Bendición de objetos manufacturados, especialmente de acero.
  • Consejo en asuntos personales.
  • Juicios en causas menores.
  • Testigos en matrimonios.
  • Medicina.
  • Interpretación de los augurios y predicción del clima

Esta última tarea sí es una parte trascendente de la vida común gunear. Los sacerdotes suelen reunirse a petición del pueblo o por iniciativa suya cuando un evento interesante ocurre. En esa reunión debaten similitudes con eventos pasados para finalmente encontrar una conclusión en relación con las intenciones de los dioses. El consejo de sacerdotes puede determinar días de celebración como consecuencia, o proponer al jefe del clan medidas concretas que si bien no está obligado a seguir, pueden darle más de un dolor de cabeza si las predicciones resultan ser ciertas.

En los clanes guneares hay muy poca documentación escrita, por lo que las llamadas de fe de los guneares no suelen producirse por el estudio o las elecciones personales. La mayor parte de estos sacerdotes ha recibido algún tipo de visión en una batalla o una situación personal de dificultad extrema. Esta causa común ejerce un sentimiento de hermandad entre  ellos.

Atribuciones sociales

Si bien la estructura de estamentos deja bastante clara la estructura social, a continuación se detallan las atribuciones sociales típicas de la sociedad, si bien muchas de ellas pueden tener enormes diferencias regionales, y sobre todo una constante reinterpretación temporal.

Hay que tener en cuenta que incluso los grandes clanes no cuentan con emplazamientos particularmente grandes, si bien todas las personas tienden a agruparse en comunidades para defender sus intereses.

Las funciones sociales no son asignadas en un proceso claro, ni un estamento particularemente beneficiado en este sentido. En el desolador abandono del invierno gunear las necesidades son cubiertas por quien puede aceptarlas, y las estructuras sociales que surgen de ellas están siempre en entredicho.

Defensa

Si bien el clima es uno de los grandes condicionantes de la existencia gunear, no es el único, o por lo menos implica a otros tres grandes grupos de problemas que toda comunidad debe afrontar directamente en diferentes momentos de su existencia.

Aunque obviamente las funciones de defensa recaen sobre la clase guerrera, todos los guneares deben aprender a defenderse porque no siempre esta está disponible o puede hacer frente a los problemas.

Los peligros fundamentales para los que es necesaria una defensa armada son los siguientes:

Criaturas del invierno

Los lobos y osos guneares suponen un problema de calado, pues a diferencia de las contrapartidas dormenias, estos atacan no solo al ganado, sino también a comunidades enteras. Los guneares se preguntan con frecuencia si estas criaturas son hijas endurecidas del invierno, pruebas de los dioses, o una especie superior que estaba ahí desde el principio de los tiempos. Sea como sea, no se trata de seres que normalmente se puedan combatir con arcos y emboscadas, sino que exigen de hachas de guerra y armaduras robustas.

Estas criaturas compiten con la gente de los clanes por los recursos más naturales, por lo que su control es una necesidad que no se puede ignorar.

De hecho los clanes decentes suelen llevar un control preventivo. En este sentido los cazadores suelen seguir la pista a las manadas de estas criaturas para saber en qué momento pueden llegar a ser un problema. Los guerreros obran con esta información de cara a realizar una incursión efectiva.

En los grandes inviernos esto no tiene por qué ser del todo funcional, y es perfectamente posible que criaturas desesperadas aprovechen los pocos días calmos para atacar una comunidad gunear.

Bandidos

En sí los bandidos no son un peligro gunear en sí mismo, porque por lo general no tienen a donde ir. No obstante sí que han existido grupos que han persistido a lo largo del tiempo, pero han tenido suficiente tamaño como para ser considerados un clan menor y entrar en el siguiente grupo.

Guerras internas

Los clanes guneares nunca han estado bien avenidos, y en cualquier caso hay tantos y tan distintos que es imposible hablar de un estado de paz prolongado. Incluso los clanes más grandes tienen disputas territoriales, rencillas históricas y un sin fin de motivos para atacarse mutuamente, y eso sin hablar de los clanes menores que pueden llegar a ser completamente extraños. Un poblado gunear puede ser una zona próspera durante decenios y de la noche a la mañana recibir un ataque de un pequeño clan de locos creyentes de Nadruneb que se pintan la cara de negro.

Una vez más la tarea de los cazadores es primordial, pero ni esta previene de forma absoluta los peligros que la misma mentalidad del acero guarda a los habitantes de las montañas.

Guerras internacionales

Esto es prácticamente una novedad para la mayor parte de clanes, pero es algo que lo que quizá tengan que habituarse. Dormenia ha demostrado que es posible efectuar una invasiónen las montañas, y quizá otras naciones puedan intentarlo en el futuro.

No hay un ejército formal de los clanes, y solo algunos clanes mayores han demostrado algo de capacidad organizativa y voluntad de plantar un frente común.

Leyes, justicia y castigos

No hay una única ley gunear. De hecho ni siquiera se puede decir que normalmente existan leyes concretas ni en los clanes más grandes. Esto puede estar relacionado con la escasa dependencia del medio escrito que el pueblo gunear tiene, o quizá a que normalmente no tienen tiempo para preocuparse por este tipo de problemas.

La mentalidad del acero suele implicar que los problemas se arreglen de la forma más inmediata posible por las personas con más credibilidad disponible, dado que no existen normalmente ni cárceles, ni guardias, ni ningún tipo de infraestructura pensada para tratar con el crimen.

La autoridad legal en este sentido sigue el siguiente orden:

  1. El jefe del clan.
  2. Los individuos destacados.
  3. El consejo.
  4. Los sacerdotes.
  5. Cualquier persona de confianza presente.

Normalmente el proceso de juicio es muy simple y breve, y suele concluir con la expulsión del individuo. Los guneares no suelen querer ejecutar a una persona que no se resista, aunque el abandono en plenas montañas suele implicar la muerte, especialmente en invierno.

Estas expulsiones no suelen tener un carácter permanente, y los individuos que sobreviven a las montañas y vuelven años más tarde suelen ser aceptados, pues se entiende que la mentalidad del acero ha calado en ellos.

Algunos individuos reclaman, no obstante, que han sido ofendidos por el proceso, y solicitan defenderse por las armas. Estos eventos sí que suelen concluir con la muerte de alguien.

Algunos clanes más evolucionados como el Asgeifr o el Eorleik tienen sistemas de justicia algo más sofisticados, y algunos clanes menores pueden tenerlos también.

Alimentación

La producción de alimentos recae sobre el pueblo. La clase guerrera normalmente solo obtiene carne de lobo y oso, que solo se come en casos desesperados.

La alimentación gunear incluye carne de caza (de todo tipo, desde corzos y caras a jabalís) y ganadería (principalmente carneros). Los cultivos normalmente son de legumbres que sobreviven bien al sacrificado clima. Su obtención, una vez más, pertenece a los pobladores y esclavos. El pan es normalmente de centeno.

No es para nada infrecuente el consumo de pescado, ya sea de agua salada o dulce. El clan de la orca se dedica principalmente, de hecho, a la pesca de grandes mamíferos y grandes peces.

Una curiosidad del pueblo gunear es que no suele haber grandes diferencias en la calidad de los alimentos que perciben las diferentes clases. No obstante se considera una prioridad mantener a la clase guerrera, por lo que los primeros que pasan hambre sí son los trabajadores.

Esta forma de impuesto es ejercida de forma directa y sin necesidad de aviso propia por la clase guerrera. Cuando más evolucionado es un clan, no obstante, más fácil es que este tipo de impuestos estén más oficializados. Normalmente esto es mejor porque el productor puede anticipar las necesidades y no vivir en un constante temor de lo que pueda pasar.

Familia y educación

Aunque la familia es sin duda la estructura gunear más repetida a lo largo y ancho de las montañas, la naturaleza de esta es bastante irregular. Esto se debe a que la mortalidad es muy grande en todas las clases sociales, por lo que muchas veces se tienen que producir adopciones o cesiones de emergencia.

No hay reglas sociales implicadas en el matrimonio entre personas libres, o al menos no las hay en teoría. El rito suele ser presenciado y oficiado por un sacerdote de la elección de la pareja, y no hay mayor formalidad. Los detalles del cortejo o el noviazgo son totalmente particulares no ya en cada clan o asentamiento, sino incluso en cada familia. El concepto de la dote existe, pero de nuevo es absolutamente informal y propio de cada familia.

No obstante hay personas que sí hacen política con los matrimonios, especialmente aquellas que están muy asociadas al liderazgo del clan o que han destacado especialmente. El matrimonio de estas personas es considerado un asunto de la comunidad, y mediante ello se puede buscar acabar disputas territoriales, afianzar las relaciones con otro clan, o incluso absorberlo.

No existe ningún sistema educativo formal. Muchas veces los hijos de un tipo de profesional son ese mismo tipo de profesional, pero cualquiera puede unirse a la clase guerrera, en tanto que soporte sus rigores, aunque ciertamente los hijos de otros guerreros tienden a tener más facilidades.

Ocio y festividades

No existe prácticamente ninguna festividad asociada a una fecha, y la única festividad cíclica común puede ser, de hecho, el fin del Dabria Tulka (temporada de nieves), que obviamente no es simultánea en todos los lugares, y que implica el consenso de los sacerdotes.

Hay pocas cosas consideradas peores que tener una nevada tras la celebración, así que los sacerdote suelen ser cuidadosos y celebrarlo cuando están seguros de que va a llegar el buen tiempo.

Hay algunas celebraciones locales que pueden estar relacionadas con un héroe local o con el pasado de la comunidad. Estas celebraciones tampoco tienen por qué tener un día exacto, y muchas veces los sacerdotes y los gobernantes se ponen de acuerdo para que les encaje con los eventos en curso.

Existen también celebraciones asociadas a eventos concretos que los sacerdotes interpretan de forma acorde a su función. Estas celebraciones son únicas y no se repiten en ningún caso. La duración de las mismas está decidida por los sacerdotes.

Las celebraciones guneares son un tanto básicas. Se suelen establecer días en los que se trabaja lo mínimo posible, se proponen juegos de todo tipo, muchas veces asociados al beber, se hacen peleas, se bebe mucho, y se cuentan historias.

Pequeños negocios

Como ya se ha mencionado, no está muy bien visto que un gunear comercie con los bienes de otro, así que la venta es normalmente ejercida por los mismos productores que negocian cada venta, normalmente en sus mismos domicilios. No es raro incluir iconografía que indique el tipo de trabajos que se realizan en el hogar.

Quizá la única excepción habitual a esto sea el comercio de bebidas alcohólicas y alimentos. En este sentido algunas casas suelen destacar por el sabor de sus platos, la dedicación de sus cocineros, o simplemente porque se hacen buenas juergas. Estas casas suelen convertirse de una forma natural en tabernas que son totalmente toleradas.

Los prestadores de servicios tampoco son del todo bien vistos. Normalmente cada familia contará con el personal que requiera para hacer todas las tares, y si no puede, pedirá humildemente ayuda a los miembros de su comunidad. Es raro que existan, por lo tanto, servicios externos de cualquier ámbito.

La prostitución normalmente está muy mal vista y se ejerce en privado y con cierto secreto o vergüenza. Solo las comunidades más grandes ven convertidas algunas de sus tabernas en prostíbulos.

Grandes explotaciones y comercio entre clanes

Aunque muchos clanes viven con la estructura familiar mencionada, las grandes explotaciones como minas o astilleros no pueden ser llevados a cabo más que por familias muy fuertes, y si bien se da el caso de algunas de ellas, lo normal es que sean propiedad de los grandes clanes.

En cualquier caso su gestión y manejo no es un asunto que conlleve directamente un gran prestigio, por lo que los guerreros del clan tienden a esquivar este tipo de responsabilidades que son ejercidas normalmente por un guardián designado por él o por el consejo. Estas elecciones suelen ser de carácter definitivo y pueden ser incluso hereditarias.

Se espera que estos guardianes sean cuidadosos con sus empleados, y normalmente entran en régimen de eslavitud.

El comercio de los excedentes con otros clanes entra, por supuesto, dentro de esta categoría.

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